domingo, 26 de abril de 2009

Por y para un tiempo que enamoró y encantó…










Por: Juan Quintero


La nostalgia en la actualidad está definida como un sentimiento que cualquier persona normal puede tener. La nostalgia se puede asociar a menudo con un recuerdo cariñosa de la niñez, una persona, un cierto juego o un objeto personal estimado. Y qué mejor excusa, que para muchos es obvia, que recurrir al rock para simbolizar esa nostalgia. Fue en el 1950 cuando el deseo y las ganas de uno puñado de jóvenes de raza negra, que buscaban una nueva forma de expresar lo que ocurría y lo que sentían mediante música, lo originaron. Y hasta tal punto expresó esas cosas que se convertiría en el ingrediente musical que más tarde revolucionaría la música a nivel mundial y que hoy por hoy se sigue escuchando. Los tiempos cambian pero la nostalgia de esas canciones que a más de uno hicieron enamorarse e incluso de llorar, quedan clavadas en el pensamiento de muchas personas.

Ante tanta era digital y tecnología punta, el rock nos hace pensar que lo viejo no es tan malo como muchos piensan y que lo que no es perfecto como lo digital para muchos sigue vigente, despierta emociones con sus imperfecciones y nos recuerda que antes el esfuerzo era importante. Lo bonito era el tener una calidad, una letra que al escucharla te despertara sentimientos o sacara en ti una emociona tan grande que te hiciera llorar (los Beatles lo hicieron con miles de adolescentes ¿se acuerdan?). Pues creo que es lo que a muchos “rockmánticos” o románticos del rock les gustaría escuchar en la actualidad. Un ejemplo clave es que muchos artistas en la actualidad reinterpretan de manera ingeniosa lo que en aquella época fue el furor de jóvenes y jovencitas. Sabemos que la era digital, limpia, segura, exacta, bien definida, minuciosa, nos propone un versión diferente de las cosas, como es el caso de James Houston que, mediante la utilización de equipos antiguos y sistemas analógicos, inexactos, evoca una canción de Radiohead a un pasado que no volverá, pero dejando de cara al presente y al futuro la esperanza que ese sonido romántico y que a tantos ha enamorado perdure con los años.

En la actualidad muchos artistas piden que el rock vuelva a estar en voga, recurriendo a un mito antiguo y transformándolo, dándole un encanto actual con aires retro. Muchos buscan a un intérprete del rock antiguo como Frankie Valle (conocido como el vocalista principal del grupo The Four Seasons) y lo remasteriza de forma que lo hace atractivo a los gustos del presente. El artista nos traslada a la actualidad logrando que lo viejo se haga nuevo y que en muchos casos la propia letra nos identifique con las ideas del presente, a un sentimiento que en un pasado alguien vivía interiormente. En este caso es el sexo, el deseo y la pasión, conceptos tabú en aquellos años, pero que hoy son cotidianos. Para mí, “Rockmantic” es todo aquello que transforma el instinto en arte y el inconsciente en saber. Significa aproximarse a su verdad o a una verdad hasta la última dimensión, dimensión que hace que nos fijemos en muchas cosas, como el rock que, mas allá de ser un fenómeno musical, sea tratado como un sentimiento al que se le puede ver belleza, emociones, y que a pesar de que sea antiguo, viejo y con imperfecciones, sea para cada uno fuente de inspiración, de amor y de placer.

Quizás el secreto sea precisamente ese, sin imperfección no hay belleza, porque la homogeneidad no nos evoca nada. El rock, al contrario que los productos digitalizados, sonoramente perfectos y quizás fríos, nos despierta emociones porque su imperfección nos permite sentir belleza, porque sus sonidos reales salidos de instrumentos reales, se funden con letras que nos transportan a tiempos pasados, quizás no mejores necesariamente, pero sí más auténticos.